DC nº 124 -Javier Aoiz Orduna – Elogio de la luz

Han pasado ya algunos años desde que la vida quiso llevarme a la pintura de Javier Aoiz Orduna. Y desde entonces, es su pintura quien me conduce a mí, de paseo, por un tiempo nuevo. Lo conocí con motivo de la XVIII Edición del Premio BMW de Pintura en 2003, cuando me encontré ante la primera de sus hermosas, amplias y limpias “ventanas”. Y aun no siendo frecuente la representación de la figura humana en sus telas, en aquélla aguardaba la imagen de una joven de espaldas, sentada, contemplativa, esperando en el puerto. Quizá un hallazgo, no todo está inventado.

La pintura de Javier tiene carga poética, sensibilidad, y el latido sereno y misterioso de lo que está por venir. La atmósfera acogedora de un interior en apariencia vacío, el skyline de la gran ciudad que se deja bañar por el crepúsculo, el paisaje que es cobijo de un alegre verano, o simplemente el silencio que precede a otra canción. Sobre la mesa, flores y frutas forman parte de una naturaleza que está viva, respira y se alimenta de jugosas formas. Menta fresca, suave crema de helado, azul celeste, zumo de naranja, vainilla y canela, gris perla. Las diversas superficies cromáticas se celebran y se gustan con sencillez, precisión y equilibrio. El baile sutil del pincel se hace acompañar de la gracia del color y del matiz de la claridad para evocar el feliz acontecimiento de la pintura. Casi impresionista, a veces abstracto con un toque expresionista, pero siempre dentro de la línea de lo figurativo.

En Las Enéadas, Plotino explica cómo la simple belleza de un color procede de una forma que domina la oscuridad de la materia y de la presencia de una luminosidad que es razón e idea. Así es como Javier hace de cada una de sus obras un elogio sincero de la luz. A través de una verdad muy grande y de un saber hacer indiscutible.

Decía Santiago Rusiñol en su obra Fulls de Vida: “Hay, sin duda, una luz que no es del Sol o de la Luna; no es de materia inflamable, no es de reflejo, ni es siquiera la luz de las estrellas; es luz que viene de dentro”. Esa es, a mi entender, la luz de Javier Aoiz Orduna.

Javier Aoiz Orduna – “DIECISéIS”

En esta exposición, encontramos una atmósfera recreada y vivida por un gran artista que nos abre todo su ser en un momento de esplendor. Esto es lo que se plasma en sus paisajes maravillosos de los rincones de Madrid, (…) [pinturas] llenas de vida y de luz, que juegan, a través de la ventana, a intercambiar el interior con el exterior y viceversa. La naturaleza entra en la estancia

Pintor de colores suaves que, como Platero con las flores, apenas pasa rozándolos con sus toques de pincel leves y ligeros.